El quebrantamiento

El quebrantamiento es el requisito de Dios para que
seamos útiles al máximo

Principio de vida
Se ha dicho que un alma se convierte en un segundo, pero para ser “santo” se necesita
toda una vida. En otras palabras, nuestra conversión a la fe sucede en un instante;
pero, el convertirnos en personas maduras, requiere de quebrantamiento.
Con mucha frecuencia veo a cristianos esforzándose por acumular logros, con la
esperanza, de presentarse algún día delante del Señor, y decirle: “¿Ves todo lo que
hice por ti?” Sin embargo, la obra de Dios por medio del quebrantamiento implica
entregar, no acumular. Él nos llama a librarnos de algún hábito o conducta particular,
y a arrepentirnos. El Señor quiere que nos despojemos de todo egoísmo personal,
hasta que podamos decir con sinceridad: “Todo lo que soy y todo lo que tengo
le pertenece a Dios”.
¿Qué le viene a la mente cuando piensa en ser quebrantado? Hágase esta pregunta:

¿Qué está removiendo Dios de mi vida? ¿Qué está estorbando mi entrega total a

Él? El quebrantamiento engendrará madurez espiritual;
no somos útiles para servir a Dios hasta que
algunas de nuestras “asperezas” hayan sido limadas
por las aflicciones. Es así como nos convertimos
en herramientas valiosas en la mano de Dios,
para traer sanidad a las vidas de otras personas.

Recuerde que Dios no quitó el aguijón de
la vida de Pablo, pero sí lo ayudó a entender
la razón para que la prueba se mantuviera.

Después de recibir una maravillosa revelación, al
apóstol le resultaría difícil no volverse orgulloso.
Por tanto, el propósito del “aguijón” fue volverle humilde, y que pusiera su confianza
solamente en Cristo (2 Co 12.1-10).

El quebrantamiento es una evidencia del amor y del trabajo de Dios en su vida.
Él debilitará su confianza en sí mismo, porque le ama y sabe que, si fuera por
usted, cedería al orgullo. Cualquier disciplina que reciba en tales momentos, es la
manera que tiene Dios de prepararle para servir más adelante. Aunque a ninguno
de nosotros nos gusta el dolor del infortunio, ello nos ayuda a entender que Dios
tiene un propósito en mente para tales circunstancias: la victoria espiritual (He
12.11). Sólo Jesucristo puede tomar su flaqueza y convertirla en fortaleza, esperanza
y honra. ¿Pondrá usted su confianza en Él para que cambie su vida?

“Aunque a ninguno
de nosotros nos
gusta el dolor del
infortunio, ello nos
ayuda a entender
que Dios tiene
un propósito en
mente para tales
circunstancias”.