Marcos 4:39-40 - "Se levantó, reprendió al viento y dijo a las olas: '¡Callen, enmudezcan!'. Entonces el viento se calmó y todo quedó en calma. Jesús dijo a sus discípulos: '¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?'"
Las tormentas de la vida pueden surgir de repente y sin previo aviso, como la tempestad que amenazó la barca de los discípulos en el mar de Galilea.
Estos pescadores experimentados, que conocían bien el agua, se vieron abrumados por circunstancias que estaban fuera de su control.
Su reacción inmediata fue el miedo, aunque Jesús estaba presente con ellos.
¿Con qué frecuencia imitamos su reacción? A pesar de haber experimentado la fidelidad de Dios innumerables veces, todavía podemos sucumbir al pánico cuando enfrentamos nuevos desafíos.
Ya sea un diagnóstico médico difícil, incertidumbre financiera o problemas en las relaciones, nuestro primer instinto puede ser concentrarnos en las olas en lugar de en el Creador de olas.
La profunda verdad de este pasaje no es solo que Jesús calmó la tormenta, sino que Él tenía el control absoluto todo el tiempo, incluso mientras dormía.
Su pregunta a los discípulos revela una lección crucial: el miedo y la fe a menudo están inversamente relacionados.
Cuando fortalecemos uno, el otro disminuye.
El mandato de Jesús, "¡Callen! ¡Que se queden quietos!", no estaba dirigido solo a los elementos naturales.
Estas palabras resuenan a través del tiempo como un recordatorio de que Él tiene autoridad sobre cada tormenta en nuestras vidas.
El mismo poder que calmó el Mar de Galilea está disponible para traer paz a nuestros corazones atribulados hoy.
Considere que Jesús no impidió que ocurriera la tormenta, pero sí impidió que los abrumara.
De manera similar, si bien es posible que no estemos a salvo de los desafíos de la vida, tenemos la seguridad de que Cristo está presente con nosotros y es completamente capaz de traer paz en medio del caos.
Señor Jesús, ayúdame a recordar que estás presente en cada tormenta que enfrento. Concédeme la fe para confiar en Tu poder y control sobre todas las circunstancias. Deja que Tu paz reine en mi corazón, sin importar lo que me rodee. Amén.
Escribe tu "tormenta" actual. Practica decir las palabras de Jesús "¡Silencio! ¡Quédate quieto!" sobre tu situación durante los momentos de ansiedad. Establece tres momentos específicos durante tu día para hacer una pausa y reconocer Su presencia en tu circunstancia.
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Gracias!!.
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