Busquen al Señor

Hasta que busquen al Señor

Cuando los amigos y los miembros de la familia abandonan la fe, hay una buena manera de alcanzarlos.
por Carol Barnier
La joven que repartía panfletos, saltaba de un lado a otro en medio de los estudiantes universitarios que rodeaban al predicador y a los cantantes del grupo de alabanzas. Ella había visto lo mismo muchas veces. Un pequeño grupo religioso se presentaba en los jardines de su universidad cada primavera, y como era de esperar, los estudiantes se presentaban para entretenerse con la discusión entre el pastor y los estudiantes ateos, a quienes les encantaba discutir.
A veces, el debate era acalorado y otras veces cómico, al menos en opinión de ella. Por lo general, pensaba que ninguno de los dos lados argumentaba muy bien. Y esa era la razón por la que sentía la necesidad de estar allí. Esta joven era hija de un pastor, y repartía panfletos con la esperanza de que sirvieran para capacitar a otros estudiantes para entender de una manera más clara la verdad que les quitaría las vendas de los ojos y el cerebro. Sin embargo, se había resignado a que no había ningún Dios, y que ellos simplemente debían seguir adelante con sus vidas.
Yo era esa atea, la hija del pastor.
Había sida criada en la iglesia, y estaba profundamente arraigada en su estructura social. Era pianista de la iglesia, maestra de la Escuela Dominical y de la Escuela Bíblica de Vacaciones, entre otras cosas. Sin embargo, para el momento en que salí de mi casa, me había proclamado atea, y estaba decidida a ver a otros reconocer la verdad de mis convicciones.
¿Cómo llegué allí? Al igual que muchos jóvenes de hoy, yo tenía preguntas. Preguntas acerca de Dios. Preguntas en cuanto a la verdad. Preguntas sobre cosas que simplemente no parecían tener sentido. Pero cuando comencé a hacer estas preguntas, se incomodaron algunos de los cristianos que estaban a mi alrededor. Esto no solo creó un distanciamiento entre mi comunidad de fe y yo, sino que también me llevó a creer que tal incomodidad se debía a un secreto: no había lugar para las preguntas. Así que, después de investigar por mi cuenta durante varios años, me convertí en atea.
Sin embargo, no fue nada extraño que lo hiciera. Una investigación realizada en el 2006 en los Estados Unidos señala que seis de cada diez jóvenes criados en la iglesia, la abandonan cuando se convierten en adultos. Otros estudios dicen que son siete de cada diez, e incluso hasta el 88% de ellos. El Espíritu Santo tuvo un rol fundamental en traerme de vuelta a la fe. Reflexionando al respecto, he sido capaz de sacar lecciones de mi peregrinación y ver claramente las cosas que mis padres, mis hermanos, miembros de la iglesia donde asistía  y amigos, hicieron bien; y también las cosas que pudieron haber hecho de otra manera. He aquí algunas sugerencias:

  1. Haga preguntas.
  2. Hacer preguntas es indicio de algo bueno y saludable: indica que usted no está satisfecho con una fe que no tiene, y que se preocupa por la integridad de sus convicciones. Usted no está ya montando en los faldones de la fe de sus padres. Quiere que su fe tenga sentido para que se convierta en una parte suya. No hay duda de que este es un momento delicado. Pero también puede ser un tiempo glorioso que a menudo precede a la entrega y al compromiso con Dios, que no serían posible para un hijo que sigue ciegamente los valores de sus padres.
    Cuando ignoramos la respuesta a la pregunta que alguien ha hecho, el malestar que como cristianos podamos tener es en realidad una tontería. Todos los que formamos parte de la comunidad de la fe necesitamos apropiarnos de una sola verdad: No hay ninguna pregunta tan grande que pueda trastornar a Dios. Él puede manejar cualquier cosa que se presente. Puede resistir el escrutinio. Ninguna de mis preguntas era nueva. Muchas de ellas ya habían sido formuladas muchos siglos antes, y a menudo respondidas muy bien, incluso con elegancia, por algunas mentes maravillosas. Así que, lo que usted no sabe, puede averiguarlo; no hay necesidad de llenarse de pánico. Además, Dios sabe exactamente lo que hay detrás de cada pregunta, y es capaz de revelar la verdad a quienes desean conocerla, de una manera que puedan entender.
  3. Concéntrese en el corazón.
  4. Si usted tiene un hijo pródigo, deje de preocuparse por su conducta. Aunque lo obligue a dejar de fumar, a dejar de vivir en libertinaje, y a dejar de emborracharse, ¿qué ha conseguido? Él es solo un pecador tratando de comportarse mejor, que cree que usted realmente desea que deje de ser una vergüenza para usted y para sus amigos de la iglesia. Como resultado, su corazón puede estar ahora más lejos del Dios que usted quiere que él acepte, simplemente porque usted definió la personalidad de Dios conforme a sus propias exigencias en cuanto a una mejor conducta. Manténgase enfocado en el tema central: en el corazón de su hijo o hija.

  5. Deje de culpar a los padres.
  6. Cuando uno observa que alguien abandona la fe, puede ser fácil asumir que los padres tienen la culpa. Algunos pueden haber cometido errores graves, pero muchos hicieron un trabajo de crianza perfectamente razonable. La mayoría de los padres de hijos pródigos han sido casi aplastados por el peso de una culpa fuera de lugar, que es alimentada a menudo por una mala lectura de Proverbios 22.6, el tan usado versículo de “instruye al niño”. Quienes malinterpretan este versículo asumirán que si algún hijo se ha apartado del camino que debía seguir, es porque los padres no deben haberlo criado bien. Muchos padres han llegado a creer que no verán el rostro de su hijo en el cielo por culpa de ellos.
    Llegó la hora de hacer una lectura más precisa de este versículo, sin darle implicaciones incorrectas. Los seminaristas y los teólogos han sabido esto desde hace mucho tiempo, pero muchos de nosotros (me incluyo) hemos asumido que los Proverbios son promesas. Piense en ello. ¿Qué hacer, entonces, con Proverbios 10.4 (NVI): “La manos ociosas conducen a la pobreza; las manos hábiles atraen riquezas”. Si esta fuera una promesa, entonces no habrían personas trabajadoras pobres, y personas perezosas ricas. Proverbios contiene muchos otros ejemplos así; son la sabiduría y la guía de Dios puestas en frases muy bien construidas sobre las acciones que nos posicionan para recibir lo mejor que Él desea para nuestras vidas. Pero no convierten a Dios en una máquina a nuestra disposición para sacar de ella lo que escojamos.
    Los padres tienen una influencia asombrosa sobre sus hijos, pero no hay una fórmula o un algoritmo que garanticen un resultado positivo. Considere lo siguiente: Si la crianza perfecta fuera posible, y diera siempre como resultado hijos perfectos, entonces Adán y Eva debieron haber sido impecables. Pero no fue así, ¿verdad? No solo tuvieron el Padre perfecto, sino que también vivían en un mundo perfecto, sin pecado. No hay nada mejor que eso. Sin embargo, eligieron alejarse de Dios.
  7. Relaciónese con la totalidad de la persona.
  8. Recuerde que este “hijo pródigo” sigue siendo una persona, aunque no perfecta, en su totalidad. Aparte del hecho de que se alejó de lo que usted cree, esta persona tiene, no obstante, muchas facetas; es una persona única que tiene una comida favorita; que le encanta cierta clase de películas; que se siente molesto por cierta injusticia; y que le gusta un deporte en particular. No base todas sus interacciones con esa persona en el hecho de que se alejó de la fe. Si lo hace, pronto le evadirá. ¿No evadería usted a alguien que se encargue de recordarle todo el tiempo la razón de su caída? Conéctese con la totalidad de la persona, o puede perder verdaderas oportunidades para hablar de asuntos significativos.
  9. Deje de repetir lo mismo.
  10. Si usted se encuentra diciendo la misma cosa una y otra vez, deténgase. Su hija ya sabe que usted cree que el cuerpo de ella es templo del Espíritu Santo. Ya sabe que usted piensa que ella debe volver a la iglesia. Decirlo una y otra vez no va a hacer que lo sepa más. ¿Cree usted que si ella le oye otras 687 veces, de repente calculará las veces y caerá de rodillas en arrepentimiento? Eso no va a suceder. A usted puede preocuparle (especialmente si es padre o madre) que si no afirma constantemente sus sentimientos acerca de las decisiones o convicciones de ella, ésta pensará que usted las aprueba ahora. Es mucho más significativo decirle algo como: “Bien, ya sabes lo que pienso acerca de eso, pero quiero que sepas que siempre te amaré. Siempre serás mi hija”.
    Después que volví al Señor y pensé en los años que estuve alejada de Él, muchas veces me preguntaba por qué me consideró digna de buscarme. Pero un día, me contestó muy claramente. Me mostró que Él vio más allá de toda mi amargura espiritual, orgullo y arrogancia, toda la belleza de la persona real en que me convertiría después de entregarme a Cristo.
    Podemos estar centrados en las circunstancias actuales de nuestro hijo pródigo, y angustiados por lo que vemos, o tal vez verdaderamente horrorizados. Pero no se desanime. Una de las cosas favoritas de Dios que Él hace, es tomar algo que parecía imposible a los ojos del mundo y, por medio de su amor, convertirlo en algo valioso y extraordinario, incluso impresionante. La buena noticia es que Dios es un artista, y nosotros somos su instrumento favorito.

Hasta que busquen al Señor

 

Si te gusto este material de crecimiento regálame un café para seguir despierto y continuar publicando

Gracias!!. Donate Button

¿Está usted demasiado sucio para orar?


¿Está usted demasiado sucio para orar?




La vergüenza:
por Edward T. Welch

Digamos que usted tuvo un fracaso monstruoso, o le sucedió algo humillante, o que pecó. Ahora parece que todo el mundo le mira de forma diferente. ¿Cuál fue su primera reacción? Ocultarse. Cerrar su cuenta deFacebook. Mudarse a otro país. Eso se llama vergüenza, y le dan ganas de ponerse una máscara y huir de esas miradas penetrantes. Se siente sucio, e incluso podrido.
Pero el asunto se vuelve peor: lo que ve en sus relaciones con los seres humanos, lo encontrará en su relación con el Señor. Esto significa que si evita a otras personas, entonces evitará también a Dios.
En otras palabras, a veces podemos sentirnos demasiado sucios para orar. Cuando usted vive con la vergüenza, es posible que interceda por otras personas, pero rara vez orará por usted mismo, a menos que sea para confesar la misma cosa una y otra vez. Después de todo, ¿por qué pedir algo si cree que Dios está disgustado con usted?
La raíz de la vergüenza
La vergüenza es el sentimiento profundo de que usted no es aceptable, por algo que hizo o por algo que le hicieron. Sentir vergüenza es el resultado de pecados que usted cree que sobresalen del resto. Por ejemplo, todo el mundo ha cruzado una señal de alto, pero no todo el mundo ha robado a una iglesia. Si usted es descubierto, no volverá a sentirse cómodo en la congregación. La confesión por sí sola no ayuda, por lo general, ya que puede que usted crea que el Juez dice: “inocente”, solo porque Jesús murió por usted –no porque sea tierno y misericordioso– y después sale del tribunal sintiéndose indigno todavía.
Este sentimiento de indignidad es todavía más profundo cuando alguien ha pecado contra nosotros de una manera humillante. Cualquier violación sexual hará sufrir vergüenza. Ser rechazado por los padres o los amigos, abandonado por el cónyuge, o ser el blanco de críticas, también pueden causarla. Tal vez usted ha sentido que ha hecho algo muy malo, y entonces inventa toda clase de cosas para confesarlas al Señor, pero nada de esto le hace sentir más limpio o aceptado. No importa lo que haga, la vergüenza sigue estando presente.

Vea y escuche
Si la vergüenza le impide tener comunicación verdadera con Dios, es necesario que reconozca que Él no le ve como usted piensa que lo hace. Las cosas no son siempre lo que parecen ser.
Vea a Jesús en acción. Él va en busca de los enfermos y los poseídos por demonios (Lc 4.40, 41), de los marginados, ¿y qué hace? Los toca. Jesús demuestra que está dispuesto a asociarse con este tipo de personas, incluso sin importar lo que piensen los demás.
Observe a Jesús con el leproso. Cuando el hombre lo ve, postra su rostro en tierra y le implora: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”. Jesús extiende su mano y toca el hombre. “Quiero; sé limpio”. (Lc 5:12, 13).
Y luego están los “publicanos y pecadores”, o en otras palabras, la verdadera escoria de la sociedad. A solo pocos meses de haber iniciado su ministerio, Jesús ya tiene la fama de ser amigo de estas personas (Lc 7.34), lo que significa que tiene comunión con los más grandes y peores pecadores de la sociedad. Pero no es sólo eso, sino que también come con ellos –una señal concluyente de amistad y aceptación.
¿Está entendiendo el mensaje? Jesús no es como las demás personas. Él es Dios encarnado, que censura a los poderosos y busca a los que se sienten avergonzados.
El toque más poderoso
Los evangelios están llenos de impactantes historias acerca de los que luchamos con la vergüenza. Piense en una en particular: la historia de la mujer  atormentada durante doce años con una enfermedad que le producía una hemorragia constante (Lc 8.43-48). A pesar de que no tiene nada que confesar, todo el mundo la considera todavía inmunda por las creencias religiosas de la época. Seguramente que debe haber hecho algo terrible para merecer este sufrimiento, razonan. ¡Pero en un momento de gran audacia, y para horror de la muchedumbre, esta mujer extiende su brazo y toca a Jesús! ¿Cómo pudo hacer tal cosa? Las personas como ella deben mantenerse fuera de la ciudad con los leprosos, rechazadas por todos, como debe ser.
Pero Jesús se da una vuelta, y le habla a la mujer con ternura. “Hija”, le dice con cariño, “tu fe te ha salvado; ve en paz” (v. 48). Y su hemorragia se detiene al instante.
Algo que debemos entender sucedió con la mujer “inmunda”. Cuando ella sacó su brazo de en medio de la multitud y tocó a Jesús, Él dijo: “Alguien me ha tocado; yo sé que de mí ha salido poder” (v. 46 NVI). Este contacto fue como un fuerte abrazo. Ya sabemos que a los ojos de la sociedad, esta mujer, en realidad, transmitió su impureza a Jesús. Pero lo que es menos obvio es que Él se ofreció voluntariamente para tomar esa contaminación, esa vergüenza. De todas esas personas infamadas y rechazadas a las que Él ministró, estaba tomando y llevando la totalidad de su suciedad. Y su plan era llevarla a la cruz y darle muerte, de una vez y por todas.
Cuando la Escritura nos dice que de Jesús salió poder para la mujer, lo que significa es que Jesús le dio algo: se dio a sí mismo. Jesús da su santidad a quienes vienen para ser tocados por Él. Y en esa santidad hay limpieza, aceptación, protección, seguridad y amor. Lo mismo sucede con nosotros. Para que el intercambio tenga lugar, usted simplemente tiene que creer que Jesús es, quien quita la culpa y la vergüenza.
Si usted ha sido violado sexualmente, por ejemplo, y pone su fe en Jesús como el que  quitó su vergüenza de la cruz, eso significa que usted está ahora unido a Él. El Señor rompió las cadenas que le mantenían unido a la persona que le violó, y ahora, en vez de eso, Él se une a usted. Lo que le pertenece a Jesús, ahora le pertenece a usted. Y lo mismo se aplica para quienes hemos sido heridos, e incluso si somos nosotros quienes causamos el daño. Lo hecho es ahora parte del pasado. Ahora pertenecemos al Señor y somos nuevas criaturas en Él (2 Co 5.17). La vida de Cristo se convierte en nuestra vida, y en su amor encontramos paz y libertad.
El apóstol Pedro, que sabía acerca de la vergüenza después de negar a Cristo, identifica las bendiciones de este intercambio: “Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 P 2.9).
Es por ello que eso de estar “demasiado sucio” para orar, no es verdad. En vez de eso, Jesús nos ha mostrado una verdad inequívoca: Él tiene un cariño especial por los marginados y los “impuros”, y está siempre deseoso de extender sus brazos en un cálido abrazo. Nosotros simplemente tenemos para recibir su toque. Eso significa decirle: “Sí, confío en ti para que quites mi vergüenza”, o, simplemente, “Ayúdame”. Lo que importa es que usted venga al Señor –tal como está– para hacer esa conexión, y no seguir escondiéndose de Él.
Entonces descubrirá que tiene muchas cosas de que hablar abiertamente con Él –oraciones de acción de gracias, pedirle que satisfaga con abundancia sus necesidades personales, y sí, orar por su familia y sus amigos. Ellos también necesitan, desesperadamente, conocer este maravilloso regalo que Jesús selló para nosotros con su muerte y resurrección: su vida por la nuestra; su amor inmutable y sanador –para siempre

 

Si te gusto este material de crecimiento regálame un café para seguir despierto y continuar publicando

Gracias!!. Donate Button

Mis Libros Favoritos!!!!!!!!!

  • El Poder De Los Padres Que Oran Por Stormie Omartian
  • Este Es Tu Momento Por Joel Osteen
  • Cada Dia Es Viernes Por Joel Osteen
  • En Pie De Guerra Por Carlos C. Sanchez
  • Juventud En Extasis Por Carlos C. Sanchez
  • Nino de Voluntad Firme Por Dr. James Dobson
  • Como preparar Hijos Triunfadores Por Osvaldo Cuadro Moreno

Entradas populares

Articulos

Familia (2) carácter o de control (2) ADOPTE UNA VISION POSITIVA (1) Ajetreo (1) Aparta Mis Ojos De Las Cosas Sin Valor (1) Busquen al Señor (1) Cuando hay que escribir una historia de éxito diferente (1) Cuando los reveses nos llevan hacia adelante (1) Cómo ser verdaderamente exitosos a los ojos de Dios (1) De aquí a la eternidad (1) Destronar (1) Devocional 1 de Marzo de 2025 (1) Devocional 17 de Febrero de 2025 (1) Devocional 18 de Febrero de 2025 (1) Devocional 19 de Febrero de 2025 (1) Devocional 2 de Marzo de 2025 (1) Devocional 20 de Febrero de 2025 (1) Devocional 21 de Febrero de 2025 (1) Devocional 22 de Febrero de 2025 (1) Devocional 23 de Febrero de 2025 (1) Devocional 24 de Febrero de 2025 (1) Devocional 25 de Febrero de 2025 (1) Devocional 26 de Febrero de 2025 (1) Devocional 27 de Febrero de 2025 (1) Devocional 28 de Febrero de 2025 (1) Dios está siempre dispuesto (1) Disfrutar (1) El Alejamiento de los Sencillos (1) El Miedo (1) El Miedo en Tiempos Difíciles (1) El Miedo no es real (1) El Miedo no existe (1) El Miedo puede ser abrumador (1) El discernimiento importa (1) El requisito de Dios (1) El rey Salomón (1) El rey probó otra vía (1) Es pues la fé la certeza de lo que se espera (1) Esto es suficiente (1) Estómago (1) Exhiba objetos en su hogar (1) Ha perdido interés (1) Hasta que busquen al Señor (1) Importante (1) Inconmovible (1) La Navidad (1) La crítica constructiva (1) La historia tiene un tono familiar (1) La lámpara del cuerpo (1) MEJORE SU CUADRO (1) Mente Saturada (1) Misteriosa (1) Momentos (1) No aguanta más (1) No estamos persiguiendo (1) No temáis (1) Nos ponemos la meta (1) Nuestro tiempo en este mundo (1) Oracion (1) Para los débiles en la fe (1) Piense en su vida (1) Pruebas (1) Quién le llevará al cielo (1) Qué clase de fotografías (1) Qué es el ayuno (1) Rendir cuentas (1) Respirar (1) Sabiduria (1) Señales a lo largo del camino (1) Significado del éxito (1) Su imaginación (1) Subes y Baja la vida es Asi (1) Sus ojos reciben (1) Temporada de Gracia (1) UN HOMBRE DE EDAD (1) Un Plan Perfecto (1) Valoramos nuestra independecia (1) Vida (1) adquirimos (1) apoyo (1) ardiente (1) ayunar (1) contradiciendo (1) crucificar aquello (1) desconectence (1) dificiles (1) el ayuno bíblico (1) el nacimiento (1) elimina los alimentos (1) empenar (1) encuentro con Dios (1) equilibrio (1) estoy contigo (1) está luchando (1) fiesta marivillosa (1) frustrado (1) fuera (1) grande victorias (1) humanidad (1) imaginación asombrosa (1) la celebracion (1) la convictión de lo que no se ve (1) la festividad (1) la libertad conduce a la pérdida de los derechos (1) los ojos de su fe (1) maneras creativas (1) matrimonio (1) más importante (1) no desmayes (1) nuestra existencia (1) nuestras palabras (1) obligaciones cristianas (1) orar (1) padres positivos (1) pareja (1) pausa por un minuto (1) perfeto (1) permite (1) plan (1) problemas (1) protegernos (1) resposabilizarnos por nuestras acciones (1) riqueza (1) santificación (1) sentir miedo (1) soy tu Dios (1) suceder (1) sucio para orar (1) tener la razón (1) tiempos (1) un fracaso (1) una extraña tendencia (1) una sola persona (1) vacía su vida espiritual (1) valorar (1) vida diaria (1) voluntad (1) ¿Por qué pierdo de vista a mi Dios? (1) ¿Quién es la Iglesia? (1) ¿ven el rostro suyo? (1)