1 Juan 4:18 - "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva implícito el castigo. El que teme no ha sido perfeccionado en el amor."
El miedo suele ser un compañero constante en nuestra vida diaria.
Ya sea la preocupación por la seguridad laboral, las relaciones familiares, los problemas de salud o las incertidumbres mundiales, el miedo puede paralizarnos e impedirnos vivir plenamente.
Sin embargo, las Escrituras nos dicen que el amor perfecto, el amor de Dios, expulsa el miedo.
Pensemos en cómo responde un niño al abrazo de sus padres durante una tormenta.
Los truenos no han cesado, los relámpagos siguen brillando, pero en los brazos de sus padres, el miedo se calma.
Esto refleja nuestra relación con nuestro Padre celestial. Su amor no necesariamente elimina las tormentas de la vida, pero nos brinda la seguridad y la confianza para enfrentarlas.
El apóstol Juan escribe que el miedo tiene que ver con el castigo. Muchos de nosotros llevamos miedos profundamente arraigados en experiencias pasadas o en deficiencias percibidas.
Podemos temer el fracaso, el rechazo o no estar a la altura de las expectativas.
Pero el amor perfecto de Dios nos asegura que no estamos enfrentando un juicio, sino la gracia.
Cuando verdaderamente comprendemos la profundidad del amor de Dios por nosotros, demostrado a través del sacrificio de Cristo, nuestra perspectiva cambia.
Comenzamos a ver los desafíos no como amenazas a nuestra seguridad sino como oportunidades de crecimiento.
Entendemos que nada puede separarnos de Su amor (Romanos 8:38-39).
Piensa en áreas de tu vida en las que el miedo te frena.
Tal vez sea el miedo a dar el siguiente paso en tu carrera, el miedo a la vulnerabilidad en las relaciones o el miedo a dar un paso de fe. Ahora imagina reemplazar ese miedo con la certeza del amor infalible de Dios.
No se trata de negar la realidad; se trata de ver la realidad a través de la lente del amor divino.
Padre amoroso, ayúdame a abrazar plenamente Tu amor perfecto.
Cuando el miedo amenace con abrumarme, recuérdame Tu presencia y Tu cuidado infalible.
Deja que Tu amor eche fuera mis temores y me llene de valor para enfrentar lo que sea que se presente. Amén.
Identifica un temor que te frena.
Escríbelo, luego escribe tres formas en las que el amor de Dios aborda específicamente ese temor. Comparte esta reflexión con un amigo o familiar de confianza.
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Gracias!!.
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