EMPIECE A CREER MÁS



Es, pues, la fé la certeza de lo que se espera, la convictión de lo que no se ve.

 HEBREOS 11:1
By Joel Osteen

HAY UN LUGAR MUY CONOCIDO por los escaladores en los alpes Suizos que es frecuantado por grupos de compañías que animan asus empleados  a trepar las sendas que cruzan toda la sierra. El objetivo es promover amistades y enseñarles a trabajar en equipo. Aunque es una faena de unas ocho horas para subir asta la cima, cualquiera con una abilidad normal para caminar puede ascender. Cada mañana los alpinistas se reúnen en la base del cerro para oir una plática animadora antes de comenzar. Normalmente, el grupo está tan emocionado que casi no puedes esperar a subir la cima, tomarse una fotografía y celebrar su victoria.
Suben durante varias horas antes de detenerse a descansar. Aproximadamente a mitad del camino, se encuentran un pintoresco restauran alpino. Alli llegan los alpinistas cansados como a las doce del dia, se quitan sus abrigos, sus equipos y se sientan ante la chimenea para tomarse una taza de café o un chocolate caliente y comerse algo. Los alpinistas se sienta alli con la montaña de fondo saboriando el calor y el ambiente del pintoresco lugar. Lo interesante es que depúes de sentirse llenos, calientistos y a agusto, meno de la mitad de ellos deciden continuar su jornada asta la cima de la montaña.

 No es por que no cuenten con la abilidad de hacelo, ni por que sea demaciado dificil la subida. Su renuncia a continuar tiene que ver simplemente con su comodidad con el lugar dónde se encuentran. Pierden el deseo de superarse, de explorar nuevos horizontes, de experimentar nuevos panoramas que nunca abían imaginado. Han probado un poco de éxito y piensan: Esto es suficiente.


Nosotros, en muchas ocaciones, hacemos algo similar. Nos ponemos la meta de romper un mal hábito, de bajar de peso, o pagar todas las tarjetas y deudas. Al principio, nos sentimos emocianados. Nos lazamos con entusiasmo. Pero, al paso del tiempo, nos da flojera; nos volvemos complacientes. Quizá vemos un poco de mejoria, pero después nos sentimos cómodos donde estamos. El lugar dodnde nos encontramos quizás no sea tan malo, pero sabemos que no es donde debemos estar. No estamos estendiendo nuestra fe. No estamos persiguiendo la excelencia que Dios a puesto en nuestro corazón.
‘’Bueno Joel, voy más o menos bien con mi meta’’, me dijo un joven. ‘’Antes fumaba dos paquetes de cigarrillos al dia, y ahora sólo uno’’. Otra persona me dijo: ‘’Antes tenia veinticuatro kilogramos de sobre peso, pero he bajado cinco recientemente’’.  Les dije a esas personas. ‘’Es un buen comienzo y, si, tuvieron que esforzarse para llegar asta donde están ahora, pero no queden cómodos ahi. No se conformen con un poco de mejoria. Comiencen a creer que avanzarán más rápidamente, y prosigan a lo mejor que Dios tiene’’.


Posiblemente sea dueño de su propio negocio y ha vivido algo de éxito. Sin embargo, ahora esta descansando un poco, pensando que a llegado a sus limites. No está extendiendo su fe. No está creyendo que su base de clientes aumentara ni sus ganancias. No, no se detenga a medio camino; prosiga hasta la cima del cerro. Crea que Dios tiene más.
Atrévase hoy a salir de su zona de confort. Dios tiene mucho más para usted. Siga creyendo. No se require más esfuerszo creer y mantenerse fuerte en su fe que para desarollar una actitud negativa y derrotista. Salga de su cama cada dia diciendo: ‘’Este será un buen dia Estoy convencido de que mis sueños se están cumpliendo. Dios tiene grandes cosas planeadas para mi’’. Al tener esa clase de actitud, está liberando el poder sobrenatural de Dios en su vida, y no pasará mucho tiempo antes de que experimente más de la bondad de Dios.
Pero no llegará con facilidad. Los que logran ver cumplidos sus sueños son personas de decisión, de fureza de carácter; personas que se sehúsan a estancarse en algún lugar del camino. 


En el Antiguo Testamento, Abraham era uno de los héroes de la fe, un hombre con el que Dios hizo un pacto que asta la fecha afecta al mundo entero. Es irónico, que años antes, el padre de Abraham, Taré, tuviera la esperanza de mudarse al lugar que Dios después le dio a Abraham. La Escritura dice ‘’... y salio con ellos de Ur de los caldeos, para ir a la tierrade canaán...’’ (Génesis 11:31). Canaán ahora era la Tierra Prometida, y Taré tenia la intención de guiar a su familia hasta esas tirras de abundancia, pero la Escritura nos revela que  Taré y su familia ‘’vinieron hasta Harán, y se quedaron alli’’ (vea Génesis 11:31). ¿Por qué se detuvo alli?.


Sin duda, era dificil viajar con sus rebaños, manadas y familiares con todas sus pertenencias. Se puede imaginar cuánto estrés provocaria eso y cuán dificil fisicamente seria hacer cuatro mil años. Por último, Taré dijo: ‘’No puedo seguir adelante. Yo sé que esto no es la Tierra Prometida, pero vamos a quedarnos aqui’’. Me pregunto cuántas veces hacemos lo mismo. Contamos con grandes sueños: queremos sobresalir en nuestras carreras, ser exelentes padres, sobre salir en nuestro caminar con Dios. Comenzamos bien, pero luego las cosas se ponen dificiles y no logramos nuestra meta tan rápido como habiamos pensado; quizas decimos algo parecido a lo que expresó el padrede Abraham: ‘’ Vamos a quedarnos aqui. No es lo que realmente queriamos pero es suficientemente bueno’’.


No caiga en esa trampa. Usted fue creado para algo más que suficientemente bueno. Véase en el espejo y diga: ‘’No me conformaré con la mediocridad. Puede ser dificil ahora, y posiblemente todo vaya en mi contra, pero seguire caminando y buscando a Dios. Confiaré en Dios para expandir mi vision y seguiré creyendo que El me dará todo lo que tiene para mi. Llegare asta mi Tierra Prometida’’.
Es probable que como el padre de Abaham, ya esté en un lugar de confor mismo y se sienta cómodo alli.


 Le reto a sacar sus estacas, empacar sus carpas reunir sus pertenencias y comenzar a avanzar: Amplia su visión posiblemente haya sufrido retrasos, pero eso está bien; usted puede comenzar de nuevo hoy mismo. Simplemente necesita fijar su mirada en la meta, trazar su camino firmemente y tener la actitud que diga: No me conformaré con un poco de amor y gozo, un poco de paz y contentamiento o un poco de alegria. No, alcanzaré todo mi pontencial en Dios. Comenzaré a vivir mi mejor vida ahora.

Oración

Padre, estoy emocionado por emprender esta nueva jornada de fe contigo. Por favor, ayúdame para desarrollar una nueva visión para mi vida, para creer que tienes mejores dias en mi futuro, y para saber que continuamente harás crecer mis horizontes o limites conforme confie en ti a fin de hacer más en  y a través de mi vida. Amen.

 

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Matrimonio No Martirio #1


Un Plan Perfecto

Juan Alberto Echeverry


¿De dónde surgió la idea del matrimonio?

El ser humano nació para ser pareja, y por ese medio alcanzar la verdadera realización de la vida. La pareja es compañía, apoyo moral, físico y espiritual; realización sexual, es matriz de una familia, es calor en el invierno, frescura en el verano y refugio en la tempestad. La pareja es el equilibrio, es grandeza; es solidez y tenacidad.

La perfecta idea del matrimonio nació de Dios, se complementa con Dios y tiene su fin en Dios:
“Luego, Dios el Señor dijo: No es bueno que hombre esté solo. Le voy a hacer alguien que sea una ayuda adecuada para él. Y Dios el Señor formó de la tierra todos los animales y todas las aves, y se las llevó al hombre para que le pusiera nombre.

El hombre les puso nombre a todos los animales domésticos, a todas aves y a todos los animales salvajes, y ese nombre se les quedó. Sin embargo, ninguno de ellos resultó ser la ayuda adecuada para él. Entonces Dios el Señor hizo caer al hombre en un sueño profundo y mientras dormía, le sacó una de las costillas y le cerró otra vez la carne. De esa costilla Dios  el Señor hizo una mujer, y se la presentó al hombre, el cual, al verla, dijo: “¡ésta sí que es de mi propia carne y de mis propios huesos! Se va a llamar ‘mujer’ porque Dios la sacó del hombre. Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa y los dos llegan a hacer como una sola persona. Tanto el hombre como la mujer llegan a ser como una sola persona. Tanto el hombre como su mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentían vergüenza de estar así (Gén. 2, 18-25)”.

Observemos el siguiente texto:
“Cuando Dios creó al hombre, lo creó parecido a Dios mismo; hombre y mujer los creó, y les dio su bendición: tengan muchos, muchos hijos; llenen el mundo y gobiérnenlo; dominen a los peces y a las aves, y a todos los animales que se arrastran. (Gén. 1, 27-28)”.

Así que si Dios creó al hombre y mujer y dijo que eran parecidos Dios mismo, quiere decir que un hombre perfecciona su parecido a Dios estando con su mujer, léase bien este texto: Cuando Dios creó al hombre, lo creo parecido a Dios mismo; hombre y mujer los creo. Lo cual hace que la semejanza a Dios se magnifique cuando se hace pareja. Con esto no quiero decir que cuando un hombre no se casa, entonces no se parece a Dios, porque espiritualmente en el caso del trabajo por el reino de los cielos o el sacerdocio  se convierten en un matrimonio, cuya comunidad es la esposa; y a demás porque nuestro Señor nos aclaró que hay diversos llamados, unos al matrimonio y otros para la Iglesia. No obstante, cuando una pareja se une en matrimonio, se completa la razón que Dios tenia para crearlos hombre y mujer.
 Aclaro que Dios nos creo en pareja, para vivir siempre en pareja, para que fuéramos una ayuda idónea el uno para el otro; tanto para que el hombre se maraville con su mujer, como para que la mujer sea una ayuda idónea para el hombre.

Existe un hermosísimo texto en la palabra que s alienta a vivir en pareja y a sacar el mayor de los provechos en esta extraordinaria idea de vida:

 “Mas valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo. Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta. ¡Pero ay del que cae estando solo, pues no habrá quien lo levante! Además, si dos se acuestan juntos, uno a otro se calientan; pero uno solo, ¿Cómo va a entrar en calor? Uno solo puede ser vencido, pero dos podrían resistir. Y además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente (Ecle. 4, 9-12)”.

Cuando en un matrimonio no se soportan el uno al otro, es porque existen varios problemas sobre los cuales profundizare más a delante, dentro de los que se encuentran: egoísmo, falta de comunicación, falta de sanación de recuerdos, perdida del objetivo de ser como una sola carne, intolerancia y objetivos de vida  diferentes.

Por eso nos dice la Palabra:
“¡Dichoso el esposo de una mujer buena: vivirá el doble! Una mujer ejemplar hace prosperara su marido y le alegra los anos de su vida. ¡Qué buena suerte es encontrar une buena mujer! Es un regalo que Dios da a quienes lo respetan (Ecle. 26, 1-3)”.   




 

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La Navidad Perfecta


La perfecta Navidad


Las canciones en la radio, los programas de televisión, el exceso de publicidad en cuanto a la festividad —el mensaje de nuestra cultura es más claro que el agua: La celebración ideal puede, y debe, ser suya. Pero la realidad es a menudo diferente. Para muchas personas, las semanas previas a la celebración al nacimiento de Jesús están llenas de tensión y dificultades, y la presión de tener una fiesta maravillosa persiste no tan sutilmente en el fondo de nuestra mente. Lo que necesitamos es una manera de pensar diferente. Ginger Garrett y Suzanne Lesser nos ofrecen sus reflexiones sobre lo que significa tener realmente una buena Navidad.

Paz, no perfección
Un hombre parcialmente paralizado estaba teniendo problemas para desplazarse por el pasillo de la tienda abarrotada de compradores navideños. Mientras pasaba frente a mí, el bullicioso gentío nos empujó el uno hacia el otro, y entonces lo escuche susurrar tímidamente: “Feliz Navidad”. Su cuerpo estaba enfermo, pero él irradiaba paz.
Eso me hizo recordar que la Navidad es la paz de Dios que viene a habitar en medio de nuestras circunstancias. Después de todo, la primera Navidad no parecía perfecta. Ninguna mujer quiere dar a luz rodeada de animales y cabalgar sobre un asno durante el noveno mes de embarazo. Sin embargo, cada detalle, cada inconveniente y cada humillación, eran parte del misterioso plan de Dios.
Podemos quedar atrapados por el mito de la celebración perfecta cuando ella refleja nuestros propios deseos. Pero la Navidad se trata del regalo de Dios para nosotros: la paz en un mundo caído y el llamado a confiar en su plan.
La Navidad llega, estemos listos o no para recibirla. Las bendiciones de Dios no están cautivas por agendas apretadas. La paz no es una recompensa para aquellos que terminan de hacer todo el 24 de diciembre. Ella simplemente nos llena el corazón cualesquiera que sean nuestras circunstancias. De manera muy parecida, Cristo no necesitó que termináramos de hacer nuestro trabajo antes de que Él pudiera salvarnos. La salvación de Dios siempre nos ha encontrado en las circunstancias y realidades más insólitas —incluso de rodillas junto a un pesebre.
En verdad ese era un lugar insólito, especialmente para una madre primeriza. Pienso que si José lo hubiera planeado mejor, podrían haber llegado a Belén antes. Podrían haber conseguido una habitación. María habría estado más cómoda.
Pero en ese establo, Dios celebró el nacimiento de su Hijo y la culminación de siglos de espera y preparativos. Si alguien tenía derecho a exigir que todo fuera perfecto en ese día, ese era Dios. Quizás el Padre celestial quería privacidad —un ambiente íntimo y tranquilo para el nacimiento de su Hijo. Después de todo, si María hubiera conseguido una habitación en la posada, habría estado rodeada de gente, y no hay nada más perturbador que un extraño que quiere ser servicial. Pero Dios nos dio a Jesús en sus términos y a su manera. Si esa primera mañana de Navidad parecía menos que ideal, era porque se trataba de algo totalmente distinto, era divina.
Puede ser que usted no pase la mañana de Navidad en un establo. Puede ser que consiga una habitación en la posada. Puede ser, incluso, que termine de hacer sus compras, preparar la comida y decorar el árbol. Pero si se le cansa el cuerpo, si su camino se le vuelve difícil y si nada le sale conforme a lo planeado, recuerde que usted puede abrazar la Navidad tal y como se encuentre. Rechace las falsas promesas de perfección. Usted no tiene que esperar por la paz, porque la paz no esperó por usted. Ella está aquí y ahora mismo.
-Ginger Garrett

Navidad pasada, Navidad presente
¿Alguna vez siente que la Navidad no es tan maravillosa como solía ser antes? Ahora que soy una esposa y madre ocupada, pienso con agrado en las Navidades cuando estaba soltera. Hacer compras para mi familia era algo rápido, y cocinar lo hacía casi en un santiamén. Tenía tiempo de sobra para servir a los demás. Pero lo que más echo de menos es el aislamiento que me permitía reflexionar acerca del nacimiento de Cristo y su significado en mi vida.
Hoy día, el mes de diciembre en mi casa es un torbellino. Tanto los padres de mi esposo como los míos están divorciados. Tenemos hermanos que nos visitan de lejos. Eso significa que nos encontramos con varios miembros de la familia e intercambiamos regalos en diferentes ocasiones. En los últimos dos años, he estado tan ocupada haciendo compras, cocinando, limpiando, envolviendo regalos y celebrando, que no he tenido tiempo para disfrutar de lo que solía hacer en esta temporada tan especial.
Estoy tentada a pensar: “La Navidad era mucho mejor en ‘los viejos tiempos’”. Posiblemente usted piensa igual que yo. La naturaleza humana tiende a idealizar el pasado, sobre todo si percibimos que lo de hoy, de alguna manera, es menos deseable. Pero nuestro llamado como creyentes es vivir en el presente. ¿Cómo podemos sacar el máximo provecho de esta Navidad, cuando los recuerdos de los días mejores son tan a menudo un obstáculo?
Sin lugar a dudas, lo más importante que hay que hacer, es cultivar nuestra relación con Dios. Tenemos un control limitado sobre las circunstancias, pero siempre podemos hacer algo en cuanto a nuestra vida de oración. La diferencia en nuestra perspectiva es increíble cuando hemos confiado una situación a Dios y decidido apoyarnos en su fuerza en vez de la nuestra.
Una vez que estemos caminando en comunión íntima con Dios, debemos dar pasos para mejorar nuestras circunstancias. Tal vez, usted necesite hablar con su familia en cuanto al número de regalos. O quizás pasar un día de Navidad reunido con los hermanos de la iglesia. Trate de identificar las dificultades de su celebración de Navidad, y pida a Dios una manera práctica de resolver el asunto.
Es muy probable que, a pesar de sus mejores esfuerzos, haya aspectos que se mantendrán poco ideales. Permita que esos momentos dolorosos, estresantes o atareados le acerquen más a Dios. Recuerde su presencia constante y el amor incondicional que siente por usted. Hable con Él sobre lo que le hiere, y pídale sabiduría para manejar sus luchas. Cuando lo haga, dé gracias a Dios por conocer el verdadero significado de la temporada navideña, y permita que eso cambie su vida.
Una famosa canción llama a la Navidad “la época más maravillosa del año”. Desdichadamente, puede ser también el tiempo más difícil para mucha gente. La buena noticia es que esta fiesta no tiene que hacernos sentir desdichados, incluso si nuestras Navidades no son ahora lo que solían ser antes. Con Jesús en medio de todo lo que hacemos, la Navidad puede ser lo que debe ser: algo mejor, incluso, de lo que era en “los viejos tiempos”.
– Suzanne Lesser

 

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Orar en familia

Orar en familia

Siete maneras creativas de orar en familia

por Mary DeMuth
¿Qué puede hacer su familia para incorporar la oración en su vida diaria? Considere estas ingeniosas ideas de la madre y escritora Mary DeMuth.

Usen la tecnología.

Vivimos en la era digital, y nuestra familia ha aprendido el valor de la tecnología para orar los unos por los otros, utilizando el correo electrónico, los mensajes de texto, e incluso los sitios de redes sociales. He enviado mis peticiones de oración por correo electrónico a mis hijos: ellos han enviado mensajes de texto con sus peticiones, y yo les he respondido con oraciones específicas. Cuando viajo, oramos juntos por teléfono. Y cuando me escriben en Facebook acerca de sus peticiones, intercedo por ellos en mi respuesta.

Desconéctense.

Muchas veces, a la oración se le da una importancia secundaria, por lo saturadas que están nuestras vidas. Cree una zona segura en su casa y un período de tiempo donde se desconecten por completo de la televisión, la música, la Internet y la computadora. En ese silencioso período, anime a sus hijos a escuchar a Dios, que es el otro lado de la oración que, con frecuencia, no practicamos. Pasen tiempo, como familia, compartiendo tranquilamente sus preocupaciones, alegrías y necesidades.

Pongan las peticiones por escrito.

Cuando mis hijos eran pequeños, utilizábamos una pizarra para mantener el control de las peticiones, y para ver cómo las respondía Dios. Con tiza de colores, dividía la pizarra en tres secciones: fecha, petición y respuesta. Nos turnábamos para expresar nuestras peticiones; después, cada uno anotaba la fecha y la necesidad. Cuando Dios respondía específicamente nuestras oraciones, anotábamos la fecha y la forma como había respondido. Otras ideas son escribir las peticiones en un diario de la familia, o en una sencilla libreta. Llevar un control de la actividad de Dios, no importa la forma que se adopte, fortalecerá la fe de sus hijos y profundizará la determinación de ellos de comunicarse con Él.

Tomen un nombre para orar.

Cada semana (o mes), que todos tomen al azar el nombre de otro miembro de la familia. Durante el tiempo designado, ore cada uno por esa persona.

Escuche, y luego actúe.

En este mundo enloquecido algo que sus hijos necesitan es que usted los escuche con atención. Deténgase, escuche y esfuércese por escuchar lo que quieren decirle. Cuando compartan sus frustraciones o preocupaciones, ore por ellos en ese momento. No se limite a prometer que va a hacerlo después.

Utilicen los altibajos como trampolín.

Cada noche, durante la cena, mencionamos las cosas buenas y malas del día. ¿Por qué no dar un paso más allá en la conversación utilizando esos altibajos como un trampolín para orar después de comer?Oren por quien esté a su izquierda o a su derecha, o al otro lado de la mesa.

Visiten lugares nuevos para orar.

Piensen en la posibilidad de dar una caminata en el parque de su vecindario como otra forma de desconectarse del mundo y conectarse con el corazón de Dios en oración y estudio de su Palabra.

 

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El caminar por la senda estrecha


El caminar por la senda estrecha

Cómo ser verdaderamente exitosos a los ojos de Dios


Por Charles F. Stanley
Cuando su vida haya terminado, y esté delante del Creador para rendir cuenta de cómo vivió, ¿qué le dirá? ¿Que trabajó duro, que tuvo una casa hermosa, y que llevaba a su familia a tomar vacaciones maravillosas? ¿O que le sirvió sin demora y obedientemente, tratando de ser como Jesús en todo lo que decía y hacía?
Después que muramos, todos nuestros logros serán puestos delante del Señor para ser evaluados. En ese momento, no importará cuántos elogios haya usted recibido, ni qué tan lejos llegó en su profesión, ni cuánto dinero acumuló. Lo único que importará será lo que Dios piense en cuanto a cómo usó usted sus talentos, dones y oportunidades que Él le dio.
La Biblia está llena de sabios consejos que, si se ponen en práctica, pueden llevar a la prosperidad terrenal. Sin embargo, lo importante es si su deseo principal es seguir al Señor o lograr la prosperidad terrenal. Cuando alguien se dedica a Cristo y anda en obediencia a Él sin importar las consecuencias, puede tener éxito tanto en el mundo como a los ojos de Dios.
Los primeros pasos
El Salmo 1 brinda una descripción de cómo caminar por la senda estrecha del éxito según Dios, siguiendo ciertos principios bíblicos diariamente. Usted puede comenzar a practicarlos ahora mismo, con la ayuda del Espíritu Santo.
Tenga cuidado con sus relaciones: El primer versículo del salmo tiene que ver con las relaciones, y recomienda evitar tres cosas si queremos agradar a Dios.
No ande en consejo de malos. Nunca seremos verdaderamente exitosos si buscamos la dirección de quienes no conocen al Señor. Esto se aplica a todos los aspectos de la vida: los negocios, las finanzas, las relaciones, y todo lo demás. El título impresionante de alguien o su amplia experiencia, no son ninguna garantía de que su consejo sea bueno. Incluso, debemos tener cuidado en cuanto a aceptar la guía de otros cristianos, porque no todos los creyentes son espiritualmente maduros y sabios. Su consejo puede ser, en realidad, más carnal que espiritual. La única manera de proteger nuestro caminar, es comparar todo consejo que recibamos, con lo que dice la Biblia. Si hay alguna contradicción, ignore ese consejo, porque no le conducirá donde el Señor quiere que vaya.
No ande en camino de pecadores. Aunque es posible que tenga que vivir o trabajar con quienes están en un mal camino, usted no tiene que participar en sus prácticas. Cuando los demás le inciten a transigir y a hacer lo que usted sabe que está mal, no tenga temor de estar solo en el camino de Dios. Estamos llamados a ser luz del mundo, no a mezclarnos con sus tinieblas. El Señor nos pone en medio de incrédulos, para que puedan ver al Salvador en nosotros (Mt 5.14-16). Si Dios quiere prosperarlo en su lugar de trabajo, Él lo hará a su propia manera y en su tiempo.
No se siente en silla de escarnecedores. Si usted se está preguntando quiénes son los escarnecedores, simplemente prenda su televisor. El mundo está lleno de personas que se burlan de Dios, de su pueblo, y de su Palabra. Atacan con un lenguaje grosero, o descalifican con su razonamiento intelectual. Los creyentes nunca deben sentirse a gusto entre ellos. A pesar de que estamos llamados a ser testigos de Cristo en un mundo perdido, es prudente que tracemos líneas de protección para no ser influenciados negativamente o engañados.
Conságrese a la Palabra de Dios:  El Salmo 1.1 menciona las cosas que no deben hacerse­, pero el versículo 2 nos dice qué prácticas positivas debemos incorporar a nuestras vidas para poder realmente tener éxito.
Deléitese en la ley de Dios. A la persona que se deleita en la Palabra no le hace falta que le digan que la lea, porque tendrá anhelo de ella. La Biblia tiene riquezas asombrosas para quienes estén dispuestos a dejar que la verdad divina sature sus corazones. Ésta revela al Señor, renueva la mente, aumenta la fe y satisface el alma. Pero si la descuidamos, viviremos como mendigos espirituales, ­siempre con hambre, y nunca satisfechos.
Medite en la Palabra de Dios día y noche. La meditación bíblica es la práctica de dejar que la Palabra empape nuestras almas y cambie nuestras vidas. Consiste en reflexionar acerca de lo que un pasaje en particular le está diciendo; sin buscar información, sino aplicación personal. La meditación es interactiva, porque mientras usted está leyendo y pensando en los versículos, también está hablando con el Señor y haciéndole preguntas. Cuando yo medito en un pasaje, normalmente le pregunto a Dios lo siguiente:
  • ¿Mencionan estos versículos algunas advertencias o cosas que debo evitar?
  • ¿Hay aquí una verdad que necesito entender?
  • ¿Ha prometido Dios algo que todavía no he creído?
  • ¿Hay algunas bendiciones que Dios quiere que yo disfrute?
La clave para meditar en la Biblia es la perseverancia y la paciencia. Hay un tesoro enterrado en la Palabra de Dios, pero quienes escarban solamente la superficie jamás lo encontrarán. Si usted desea tener una vida realmente exitosa, debe hacer que esto se convierta en una práctica regular de su rutina diaria. Leer rápidamente un capítulo cada mañana no avivará un deseo por la Palabra de Dios, ni producirá la transformación que el Señor quiere lograr en su vida.
Las recompensas del éxito
Si usted cuida fielmente sus relaciones con otras peronas, y hace que la Palabra de Dios sea la prioridad, podrá esperar resultados maravillosos. Salmo 1.3 describe un cuadro hermoso de la vida cuando la persona ha decidido seguir el camino del Señor.
Un fundamento firme: “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas”. Si usted sigue los preceptos de Dios, tendrá estabilidad, no importa los problemas que enfrente en la vida. Aunque rujan y azoten los vientos de la tormenta, podrá mantenerse firme porque sus raíces están alimentadas por la corriente eterna de la vida de Cristo que fluye en usted. El mundo y sus placeres no ofrecen nada en comparación con la paz, el gozo y la seguridad de conocer a Jesucristo.
Un fruto abundante: “Será como árbol… que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae”. El éxito verdadero no se mide por las cosas sino por el fruto. Cristo dijo a sus discípulos que la única manera como podían ellos dar fruto, era permaneciendo en Él (Jn 15.4). Todos nuestros logros no servirán de nada si no dejamos que Cristo viva a través de nosotros. Cuando su Espíritu que mora en nosotros transforma activamente nuestro carácter y nos prepara para que realicemos lo que Él nos ha llamado a hacer, seremos como árboles que producen una cosecha continua. Solo hay dos opciones en la vida: Podemos vivir para nosotros mismos y producir “tamo que arrebata el viento” (v. 4), o fruto duradero que glorifica a Dios y contribuye al bien de los demás.
Una prosperidad genuina: “Y todo lo que hace, prosperará”. Tenemos que deshacernos de la idea de que la prosperidad es sinónimo de riquezas, prestigio o fama. Estas cosas no son señales verdaderas de éxito desde la perspectiva divina. Lo importante es obedecer la voluntad de Dios, y glorificarlo en todas las cosas.
El Señor le capacitará para que se convierta en una persona verdaderamente exitosa, si se lo permite. Pero debe recordar que hay dos clases diferentes de prosperidad: espiritual y material. La prioridad de Dios es siempre la espiritual. ¿Qué clase de éxito está buscando usted? Está en el buen camino si su amor al Señor y a su Palabra va en aumento, si su carácter es cada vez como el de Jesús, y si su meta en la vida es andar en la voluntad de Dios. Donde sea que se encuentre en ese camino, ya sea al comienzo o en algún punto intermedio, enfóquese en Cristo ­y manténgase caminando con Él.

 

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Una vida para triunfar



Una vida para triunfar

Cuando hay que escribir una historia de éxito diferente


Por Jessica Haberkern
Nunca pensé que haría esto, o que estaría aquí. Me encuentro de pie en una playa del noreste de los Estados Unidos, viendo la puesta de sol sobre unas blancas dunas y una hierba de color amarillo pálido. A medida que el sol se retira en el horizonte, alabo al Señor Jesús por la agitada marea, pues soy de una ciudad situada a mil millas de distancia, y nos mudamos recientemente a este lugar.
Hace pocos meses, mi esposo y yo dejamos nuestros empleos y familiares para estudiar en un seminario de Boston. Cuando él me dijo que le gustaría dejar su carrera en una importante estación de televisión para convertirse en estudiante a tiempo completo,  no fue lo primero que salió de mis labios. Cuando me pidió que renunciara a dirigir el programa sin fines de lucro que yo había fundado a principios de ese año, no me sentí nada emocionada. Teníamos un plan de ahorros de jubilación, una casa preciosa, y lo necesario para alcanzar el sueño americano. Éramos, a los ojos de nuestros compañeros, personas exitosas. Renunciar a la vida que teníamos para estudiar la Biblia, fue una idea que dejé sobre la mesa mientras me preguntaba: ¿Podría ser realmente buena?
A todo el mundo le encanta una buena historia, pero pocos de nosotros consideramos que Dios nos llama a vivir una de esas historias. Piense en esto: un buen libro o una buena película tienen una trama intrigante, con angustias, y escenas fuertes y emocionantes. Los héroes y las heroínas de nuestras películas favoritas van en busca de conflictos, y al final resultan vencedores. La chica conquista al galán; y el galán consigue alcanzar su meta y conquistar a la chica. Sin embargo, muchos cristianos se conforman con una vida cómoda, que no representa un reto. Si no damos cabida a la emociones fuertes, usted y yo corremos el riesgo de vivir una mala historia. No triunfaremos.
Los evangelios nos revelan que Jesús era famoso por aceptar gustosamente el conflicto. El rabí Jesús sabía cómo enojar a quienes lo veían enseñar, con comentarios tales como comer mi carne y beber mi sangre (Jn 6.56). Pero su polémica historia no terminó con su cuerpo azotado y colgado en una cruz. Al igual que cualquier buen trozo literario, la historia de Jesús narra una batalla donde abundan las victorias. Venció obstáculos como la enfermedad, el pecado y la muerte para glorificar a su Padre en el cielo. En realidad, todo lo que Jesús dijo e hizo giraba en torno al reino de los cielos. Plenamente hombre y plenamente Dios, Jesús vivió en la Tierra conforme a las leyes del cielo.
Jesús llama a sus discípulos a vivir historias parecidas. La meta, en realidad, es ser más como Él. Pero los evangelios nos muestran también que seguir a Jesús exige un gran costo. Lucas 5 relata lo que sucedió cuando Jesús llamó a sus primeros discípulos, Pedro y Andrés. Los hermanos habían estado pescando toda la noche, sin sacar un solo pez; después que Jesús les sugirió que echaran las redes una vez más, los dos hombres se sorprendieron al ver que su barca se hundía por la enorme cantidad de peces acumulados en la cubierta.
Antes de hacer poco caso a este relato, por ser una historia conocida, es importante que nos detengamos por un minuto en lo que no sucedió. Los hombres podrían haberse llevado el pescado al mercado y venderlo, porque eso es lo que se hace cuando se es un pescador. Podrían haber dado las gracias a Jesús por la increíble bendición, y adquirido una barca mejor. Pero no hicieron nada de eso. Lucas nos dice que los hombres, dejando todo, le siguieron. Seguir a Jesús les costó su trabajo, sus familias, y mucho dinero.
Cuando me convertí en cristiana, no pensé en lo que podría costarme seguir a Cristo. No pensé que seguirle significaría dejar mi trabajo, mudarme lejos de mis familiares, ni renunciar a mis sueños cuando éstos se estaban realizando. Cuando el Señor me invitó a seguirlo, me rescató de una falta de identidad y me reclamó como suya. Pero, ¿para qué me rescató? ¿Para darme una casa bonita? ¿Un buen empleo?
Cierto día, hace poco, cuando solicité un empleo en nuestra nueva ciudad, me pidieron que escribiera cuáles eran mis metas profesionales. Frente a las proposiciones contradictorias de perder mi vida por causa del evangelio (Mt 10.39), y la ambición de promoverme a mí misma, me quedé mirando las líneas en blanco de la solicitud durante un tiempo que parecieron horas. Me habría gustado decir que era haber logrado alcanzar una meta profesional muy reconocida cuando cumpliera los 50 años, pero de repente sentí como si mi trabajo no importaba. “Una madre para los huérfanos” sonaba mucho más interesante. O “revelar el mensaje del evangelio, no importa las circunstancias”. ¿O qué tal este: “Amar a Cristo”?
No hay nada malo en tener una carrera. El reino de Dios se beneficia con cristianos que trabajen, y las personas se benefician con el dinero que ganan. Sin embargo, estoy descubriendo que la carrera no es lo que nos define. Tampoco el género, el nivel socio-económico, ni nuestro papel como cónyuge, o como padre o madre.
Aunque seguir a Cristo en un territorio nuevo me plantea más preguntas acerca de mí misma que respuestas, he empezado a dar cabida a una historia diferente acerca del éxito. Dios está interesado en la manera en que pueda utilizarnos; particularmente cuando nos negamos a nosotros mismos para extender el evangelio. Estoy aprendiendo que perder la vida por la causa de Cristo significa encontrarla a los pies de su trono.
Un día, toda persona estará ante el glorioso y resplandeciente trono de Dios, y se le pedirá que dé cuenta de su vida. A veces, me gusta imaginar que estoy allí, y a Jesús en el lugar de honor a la diestra de Dios. En mi visión, Dios no me pide que le cuente simplemente cualquier historia. Él quiere escuchar la historia de cómo triunfé.
La frase “al que venciere”, está escrita siete veces en el libro de Apocalipsis, específicamente en las cartas dictadas a las siete iglesias de Asia Menor. Cada carta termina con una promesa de galardón a los que venzan. Y aunque las cartas contienen más de diez promesas de riquezas en el cielo, encuentro que una es particularmente impactante por el lugar donde se ubica a los creyentes en relación con el trono. “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (3.21). Seguir a Jesús no es simplemente un llamado a venir a Él y morir; es una invitación a vivir abrazados a nuestro Padre celestial, como niños sentados en su regazo.
No puedo decir con certeza que cuando Jesús le dice al joven rico: “Vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo” (Lc 18.22), significa literalmente vaciar su cuenta bancaria, vender sus equipos electrónicos, y darle su computadora al indigente de la esquina. Sin embargo, para triunfar realmente en la vida, tenemos que dar cabida a la posibilidad de que el Señor Jesús podría pedirnos lo mismo a nosotros. Es posible que un día le invite a dejar las cosas y las personas que usted más ama. Tal vez le estará invitando simplemente a vivir una gran historia.

 

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Listo para comenzar


Listo para comenzar

Cuando los reveses nos llevan hacia adelante


Por Patrick Wood     
La perplejidad era comprensible. Jeff acababa de mudarse a Atlanta, había alquilado un apartamento en el centro de la ciudad, y abierto un estudio de música. Estaba listo para llevar a cabo el propósito por el que había venido: hacer música y conexiones con personas que compartieran su visión de impactar al mundo por medio de música positiva y edificante. Pero ahora, el plan parecía estar cambiando. Contra toda lógica, Jeff se estaba sintiendo dirigido a donar todo su equipo de audio a alguien que acababa de conocer, creando un dilema evidente. ¿Qué iba a pasar con su música?
Aunque no le venía ninguna respuesta a la mente, Jeff obedeció, incapaz de librarse del sentimiento de que Dios le estaba hablando. Naturalmente, el beneficiario del regalo estaba encantado. Pero para Jeff, los siguientes dos meses no fueron nada fáciles, ya que tuvo que trabajar en algo incompatible con sus intereses. ¿Pudo Dios, en realidad, haberle dirigido en esto?
Durante esos dos meses, la duda seguía. Entonces, un rayo de esperanza se filtró en la situación. Jeff fue invitado a participar en una competencia de talentos en un lugar importante de la ciudad. Se inscribió, oró fervientemente, tocó como siempre, y logró el primer lugar. Después, uno de los jueces se acercó a él, interesado en averiguar por qué tanto talento no estaba teniendo ya mayor demanda. Jeff le dijo brevemente que era nuevo en la ciudad, y había experimentado algunos problemas inesperados.
Por “suerte”, el juez del panel era, en realidad, un empresario muy buscado en la industria musical, y la mano derecha de un músico famoso. Antes de que transcurriera una semana, Jeff había recibido un equipo de grabación muy superior al que tenía y acceso sin restricciones a uno de los mejores estudios de la ciudad. Este empresario puso gentilmente a Jeff bajo su protección, sin cobrarle nada, y preparó toda una serie de conciertos para él, incluyendo una presentación en uno de los festivales más famosos de la nación.
La experiencia de Jeff plantea una pregunta: Durante esos dos meses de perplejidad, ¿estuvo Dios ignorando su sueño? Obviamente, “no”. Más bien, el quedarse sin su equipo de grabación hizo posibles nuevas oportunidades. La experiencia le enseñó a Jeff que Dios abrirá las puertas y conectará a las personas de acuerdo con la estrategia divina, si nos mantenemos en Él.
A veces, Dios nos dirige de maneras que parecen ilógicas, pero que, en realidad, son esenciales para avanzar. En la Biblia tenemos el ejemplo de Abraham, a quien se le dio la promesa de que un día sería el patriarca de una gran nación, y de que esta descendencia vendría específicamente por medio de Isaac, el hijo del milagro tan esperado (Gé 21.12). ¡Qué extraño, entonces, que Dios le dijera a Abraham que sacrificara a su hijo! ¿Cómo podía eso tener sentido? Solo la perspectiva divina podía encontrarle sentido a una orden tan extraña.
Por fe, Abraham contempló lo que el Señor le estaba pidiendo, y decidió confiar. Si la promesa de que sería el padre de una nación iba a cumplirse por medio de Isaac, ­razonó,­ e Isaac era sacrificado, entonces Dios tendría que hacer lo impensable: resucitar a un cadáver (He 11.19). ¿Era esto posible? ¿Podría una deidad desconocida para sus antepasados tener esta clase de poder?
Esta manera extraña de pensar parecía arriesgada, pero Abraham amaba a Dios y esperaría lo mejor. Por obediencia, preparó a su hijo para el sacrificio, lo ató a un altar, y levantó la daga. Cuando estaba a punto de asestar el golpe, la voz de Dios intervino. La muerte del muchacho no sería necesaria después de todo, porque el sacrificio que Dios realmente tenía en mente ya había tenido lugar, en cierto sentido.
¿Ve usted? El sacrificio que Dios desea, en realidad (Os 6.6), es nuestra firme disposición de no negarle nada y de confiar en Él. En este caso, la acción del futuro patriarca fue la imperturbable manifestación, basada en la fe, de que Isaac y sus descendientes pertenecían al Señor. Dios se fijó en la obediencia de Abraham, y bendijo lo que este hombre ofreció de manera deliberada y consagrada. Gracias al valor que Dios da al libre albedrío, la voluntad de Abraham de sacrificar a su hijo fue fundamental para esta acción.
Cuando las órdenes de Dios parecen contrarias a las expectativas lógicas, hay usualmente más en juego que una simple prueba de nuestra devoción a Él. Los arreglos prácticos están en ejecución para hacer avanzar, no retrasar, el cumplimiento del plan. Al igual que un resorte de acero, nosotros también debemos enroscarnos y concentrar energías antes de ser liberados para poder alcanzar nuestro mayor potencial. Nuestro papel, por consiguiente, es ser humildes. Escuchando la voz de Dios y sometiéndonos a su dirección. Pero, sobre todo, nuestra meta debe ser amar más al Compañero de nuestro viaje, que al destino mismo.


 

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La santificación no es pasiva




Leer | 1 TESALONICENSES 4.1-8 
Marzo 11, 2012
¿Sabía usted que Dios no lo salvó solo para evitarle el infierno y darle entrada al cielo? Su máxima prioridad, mientras que usted esté aquí en la Tierra, es conformarle a la imagen de su Hijo (Ro 8.29). Pero en esta etapa de nuestra santificación, Él no lo hace todo por nosotros. Tenemos la responsabilidad de cooperar con Él y participar activamente en el proceso. Sin embargo, muchos cristianos tienen una actitud pasiva en cuanto a la vida de fe. Toleran el pecado, y no le dan importancia utilizando la vieja excusa de: "¡Nadie es perfecto!"
Cuando usted recibió a Cristo como su Salvador, dio el primer paso en su peregrinación con Él, una peregrinación que durará el resto de su vida. Pero también entró en la guerra espiritual contra Satanás. El enemigo puede haber perdido el alma suya, pero hará todo lo que pueda para ponerle obstáculos, distraerle y desanimarle. Lo último que Satanás quiere es un santo apasionado por el Señor y útil en el reino.
Sin embargo, muchos creyentes han renunciado a su responsabilidad de vivir una vida santa. De hecho, algunos de ellos se parecen al mundo incrédulo y actúan como éste. La inmoralidad sexual es un pecado que el apóstol Pablo abordó específicamente, pero en realidad debemos abstenernos de cualquier cosa que sea un obstáculo para la santidad.
¿Hay algo en su vida que no debe estar allí? Si es así, tiene que abandonarlo ahora mismo. Usted no necesita que una hebra de pecado se convierta en una soga, y luego en una cadena, que le mantendrá encerrado en un presidio. Vuelva al Señor, y deje que su santificación continúe.

Disfrutar la Vida



El rey Salomón no fue solo el hombre más sabio que jamás ha existido (1 R 3.12), sino que además fue bendecido con una riqueza inimaginable y con el privilegio de construir el templo de Dios. Por eso, podemos esperar que conociera el contentamiento profundo.
Con ese fin, Salomón se dedicó a estudiar y explorar toda clase de cosas. Eclesiastés nos dice que se entregó a los placeres del mundo, incluso incursionando en actividades que reconoció como una locura, para ver si había algo de valor en ellas. Pero la satisfacción que Salomón buscaba lo esquivaba, y llegó a la conclusión de que la complacencia para consigo mismo carecía de valor.
 El rey probó otra vía para sentirse realizado: el logro personal. Llevó a cabo grandes proyectos, como la construcción de casas para sí mismo, la mejora del medio ambiente con jardines y parques, y la implementación de un proyecto de irrigación en gran escala (Ec 2.6). El rey tenía todo lo que podía necesitar para disfrutar la vida, pero al final, descubrió que nada tenía sentido.
La historia tiene un tono familiar, ¿verdad? Nuestro mundo tiene muchas personas educadas y exitosas, pero también mucha insatisfacción con la vida. Nuestra cultura busca el placer y no acepta límites a sus pasiones. Lamentablemente, esa falta de moderación ha arruinado muchas vidas.
Salomón tenía la sabiduría y los recursos para hacer todo lo que quisiera. Pero los objetivos a los que se dedicó no le produjeron una satisfacción duradera. Concluyó que lo mejor era obedecer a Dios (12.13). El gozo verdadero se obtiene cuando armonizamos nuestras vidas con la voluntad de Dios.

Pruebas de la Vida



Sabiduría para la pruebas de la vida

Comprendamos la perspectiva de Dios

por Charles F. Stanley
¿Por qué Dios permite que pasemos por tiempos difíciles? A veces, los cristianos creemos que si estamos siguiendo al Señor, Él debe protegernos de los problemas. Pero Jesús nunca prometió a sus discípulos una vida fácil y cómoda. Por el contrario, les dijo que esperaran tribulaciones (Jn 16.33). Después de todo, Cristo mismo no estuvo exento de aflicciones. Él fue llamado “varón de dolores” (Is 53.3).
Las pruebas han sido la experiencia común de la humanidad a lo largo de la historia. Al recordar esas situaciones desde la perspectiva de Dios, podemos tener una mejor comprensión que nos ayudará a reaccionar sabiamente en el futuro. El Señor utiliza las dificultades para lograr algo bueno en nuestras vidas, pero el experimentar estos beneficios dependerá de nuestra respuesta.

Tenga la actitud correcta.

¿Cómo reacciona usted cuando experimenta alguna dificultad o aflicción? ¿Se lamenta y autocompadece? ¿Se enoja y culpa a otros de sus problemas? Todas estas reacciones llevan a la desdicha, pero Santiago 1.2-6 (Reina Valera Contemporánea - RVC) presenta una perspectiva totalmente diferente en cuanto al sufrimiento: “Hermanos míos, considérense muy dichosos cuanto estén pasando por diversas pruebas” (v. 2).
Algunos pueden leer ese versículo y pensar: ¡Qué declaración tan absurda! Las pruebas y las lágrimas van juntas. ¿Cómo es posible tener gozo? Pero Santiago entiende algo sobre el sufrimiento que nosotros necesitamos saber. La palabra considérense está relacionada con la palabra “estímense”. Santiago no nos está diciendo que nos deleitemos en la aflicción y que nos sintamos felices, sino que estimemos nuestras pruebas como una oportunidad para recibir las bendiciones que Dios nos ha prometido cuando reaccionamos sabiamente.
No sé lo que usted está enfrentando ahora mismo. Pero sí sé que si está dispuesto a ver la situación con gozo, descubrirá la bondad de Dios en medio del sufrimiento. A diferencia de la felicidad, el gozo no depende de las circunstancias agradables, porque lo produce el Espíritu Santo que mora en nosotros.

Determine la causa.

Saber cómo se inició la prueba puede ayudarle a entender la manera sabia de reaccionar. Dado que nuestros problemas se originan de fuentes diferentes, necesitamos adecuar nuestras respuestas según el caso. Cada vez que se halle en una dificultad, pídale al Señor que le ayude a determinar la causa y la respuesta conveniente. He aquí algunas fuentes comunes de dificultades.
Uno mismo. A veces nos metemos en problemas por nuestras propias decisiones o acciones. Podemos encontrarnos en una dificultad, simplemente porque hemos plantado la semilla problemática y ahora estamos cosechando lo que hemos sembrado (Gá 6.7, 8). La buena noticia es que si nos arrepentimos y humillamos, el Señor nos rescatará de nuestro fracaso y nos enseñará lecciones valiosas.
Los demás. Pero también hay veces en que nuestros problemas son el resultado de las decisiones o la conducta de otra persona. Tal vez el proceder de un ser querido le ha causado sufrimiento, o tal vez un enemigo está difamándole. En cualquier caso, su tarea es perdonar a quienes le hagan mal y buscar la sabiduría de Dios para hacer frente a la situación de una manera que lo honre a Él.
El mundo. Muchas de nuestras pruebas son simplemente el resultado de vivir en un mundo caído. Se producen accidentes, las personas se enferman, los desastres naturales nos golpean, estallan guerras; y no tenemos control sobre nada de esto. Nuestra esperanza es que un día, cuando Cristo vuelva, todo esto terminará y viviremos en paz. Mientras tanto, recurrir al poder sustentador del Espíritu Santo nos permitirá reaccionar de una manera que atraiga a otros al Salvador.
Satanás. También tenemos un adversario que quiere devorarnos. El diablo está tratando constantemente de debilitar nuestra fe, arruinar nuestro testimonio, y hacernos inútiles para el reino de Dios. Pero no estamos indefensos ante sus arremetidas. Dios nos ha dado su armadura espiritual para protegernos de los ataques del enemigo (Ef 6.11).
Dios. Porque el Señor es soberano sobre todas las cosas, ninguna prueba puede tocarnos a menos que Él lo permita. Nuestro Padre celestial sabe que algunas veces la única manera como podemos crecer espiritualmente es a través del sufrimiento. El dolor puede agudizar nuestra sensibilidad a su presencia y darnos oídos cuando hemos sido sordos a su voz. Revela los pecados ocultos, y nos purifica de la manera que el fuego refina al oro. Desde el punto de vista humano, las pruebas duelen; pero desde la perspectiva de Dios, son un puente para relacionarnos más estrechamente con Él.

Entienda los propósitos de Dios.

El sufrimiento sin sentido es agotador y desmoralizante, pero si entendemos que hay un propósito para nuestros problemas, podemos soportar casi cualquier cosa. La razón por la que Santiago podía regocijarse en las pruebas era porque sabía que Dios estaba realizando algo bueno.
La prueba de vuestra fe. Para que la fe sea genuina, debe ser probada. Cuando todo va bien, es fácil decir: “Por supuesto, confío en el Señor”. Pero cuando vienen tiempos difíciles, la confianza en Él puede caer en picada. ¿Creerá y actuará usted de acuerdo con la verdad de las Sagradas Escrituras o permitirá que los sufrimientos le lleven a dudar del amor y el cuidado de Dios? Cada momento de adversidad que enfrente es una oportunidad para creerle al Señor, descansar en sus promesas, y seguir creciendo a su semejanza.
Produce paciencia. Una de las cualidades más valiosas que el Señor desea producir en nuestra vida es la paciencia. Eso podría no ser lo que deseamos cuando el sufrimiento llama a nuestra puerta. Pero el Señor sabe que algunas lecciones se aprenden solo bajo la presión de la adversidad. Sin embargo, aun así, Él soberana y tiernamente nos protege limitando la longitud e intensidad de cada prueba. Aunque podemos pensar que no podremos soportar, Él conoce nuestros límites y no irá más allá de ellos.
La paciencia que Dios quiere para nosotros no es resignación. Su propósito es que soportemos la prueba con paciencia, con una inquebrantable confianza en su bondad, y con la confianza absoluta en el poder del Señor. La única manera como podemos hacer esto es con la determinación firme de vivir para sus propósitos, sin importar el costo.
Para que seáis perfectos y cabales. Aunque Santiago nos dice que soportar las dificultades tendrá resultados maravillosos, no dice que dejaremos de ser pecadores.“Perfectos y cabales” significa que maduraremos y nos desarrollaremos totalmente. Ser nacidos de nuevo no es la meta final de la vida cristiana; es solo el comienzo. De allí en adelante, Dios quiere que crezcamos hasta convertirnos en cristianos maduros. Su propósito es conformarnos a la imagen de su Hijo (Ro 8.29), y las pruebas juegan un papel vital en este proceso que dura toda la vida. Él las utiliza para remover malos hábitos y actitudes pecaminosas, y pulir nuestro carácter hasta que reflejemos a Cristo.

Sin que os falte cosa alguna. Tal vez el beneficio más sorprendente de las pruebas, es que dan algo que necesitamos. Si usted soporta las dificultades con la actitud correcta, Santiago dice que saldrá sin que le “falte cosa alguna” (Stg 1.4). El apóstol Pablo dijo que su “aguijón en la carne” le fue dado para enseñarle humildad y dependencia de Cristo (2 Co 12.7-10). Pero dice también que el Señor lo consolaba en sus aflicciones para poder él consolar a otros (1.3, 4). Si usted quiere llegar a ser útil en el reino de Dios, el quebrantamiento es el camino que el Señor usa con el fin de producir las cualidades necesarias para cumplir su voluntad.

Coopere con los propósitos de Dios.

Aunque todos estos beneficios están disponibles para usted, no son automáticamente suyos. Cuando seguimos las instrucciones de Santiago, nos abrimos a las bendiciones prometidas por Dios: todos los recursos que necesitamos para vivir victoriosamente en Él. Por tanto, considere las pruebas como una oportunidad para gozarse y para dejar que la paciencia produzca su fruto, porque entonces su sufrimiento será provechoso, para ahora y la eternidad. Si le falta sabiduría para enfrentar las pruebas, el Señor le invita a pedirla a Él, y a esperar recibirla por fe (Stg 1.5-6).
La corona de la vida aguarda a quienes perseveran bajo la prueba y son aprobados (1.12). Dios quiere hacer grandes cosas en usted, y lo hará si se lo permite. Pero Él no le presionará para que lo haga. La decisión es suya. ¿Le permitirá que utilice la adversidad para transformarle?

La perspectiva de Dios para los tiempos difíciles

El Señor controla la duración y la intensidad de mi prueba.
Él tiene un propósito específico al permitirla.
Puede producir algo en mí que me está faltando actualmente.
Si confío en Dios con una actitud de gozo, seré bendecido por medio de la adversidad.
Cristo quiere demostrar que puede darme fuerzas al permitirme estar bajo gran presión.
Él está conmigo en cada paso del camino.
Gracias al poder del Espíritu Santo, saldré triunfante de esta prueba.

Preguntas de estudio

  1. Lea Romanos 5.1-5. ¿Cómo debemos reaccionar ante nuestras tribulaciones (v. 3)? ¿Qué beneficios quiere Dios producir en nosotros por medio de la adversidad?
  2. Según 1 Pedro 1.3-9, ¿en qué podemos gozarnos grandemente? ¿De qué manera puede el fijar la mirada en su herencia, ayudarle a soportar las pruebas? En el versículo 6, ¿qué le dicen las frases “por un poco de tiempo” y “si es necesario” sobre la perspectiva de Dios acerca de las aflicciones? ¿Cuál es el propósito de las pruebas (v. 7)?

Momentos Felises



Humildad es uno de los aspectos más importantes de la vida cristiana, sea 
que lo sepamos o no, esta actitud no sólo tiene la capacidad de prepararnos para manejar las situaciones difíciles; también es un elemento 
fundamental para tener contentamiento, esperanza y paz. 
No todo lo que experimentaremos en la vida será agradable. Cuanto 
más vivamos, aumentarán las ocasiones que tendremos para enfrentar 
sufrimientos, sentimientos de pesar y desilusiones. He conocido a personas que, después de hablar con ellas durante unos minutos, terminan expresando profundos sentimientos de frustración. No entienden por qué 
sus vidas terminaron siendo tan diferentes a lo que habían imaginado.

Un agradecido corazón

AL cambiar mi perspectiva, 
comencé a dar gracias a 
Dios por haberme permitido pasar 
por ese valle. Me di cuenta que cuanto mayor era el dolor, 
más cerca estaba yo de Él.




Mis Libros Favoritos!!!!!!!!!

  • El Poder De Los Padres Que Oran Por Stormie Omartian
  • Este Es Tu Momento Por Joel Osteen
  • Cada Dia Es Viernes Por Joel Osteen
  • En Pie De Guerra Por Carlos C. Sanchez
  • Juventud En Extasis Por Carlos C. Sanchez
  • Nino de Voluntad Firme Por Dr. James Dobson
  • Como preparar Hijos Triunfadores Por Osvaldo Cuadro Moreno

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